lunes, 14 de enero de 2013

LAS RUTAS DEL OLVIDO NUMERO 2

Alejandra Erazo Vega





El primer bache del camino ocurrió cuando el auto se atasco en medio de una cuna de barro y la llanta patinó y aunque se intentó poner una cuña el barro hacia el papel de arena movediza y más se enterraba el auto, asi que sin más que hacer nos vimos los rostros y hubo que hacer acopio de nuestro físico para avanzar. El inconveniente mayor era el mismo suelo que pisabamos porque parecía una colada, repleta de un barro rojizo y la incertidumbre que al siguiente paso nos hundieramos como paso una y otra vez y terminamos por parecer las víctimas de una avalancha, con el barro hasta en las pestañas.

Tampoco el clima ayudaba mucho sumada a la imparable llovizna la brisa del tropico que competia con el agua y el sudor para que cada vez respirar se volviera más difícil, el territorio era crítico y el horizonte parecía tan lejano que algunos comenzaron a debilitarse al grado de impacientarse y proferir insultos a la propia naturaleza impasible.

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