domingo, 10 de marzo de 2013

HE VISTO MORIR A GIGANTES

Por Mildreth O.




Mi mundo se traduce en una sola palabra: mérito. Ví en un hogar geriátrico la posibilidad laboral y la oportunidad para codearme con lo que pasa después de la vida: la muerte. Señoras y Señores estamos frente a un espejismo de sociedad, un conglomerado fantástico que se teje, que se víncula como medio de subsistencia a veces, como plano fetichista otras, ó como un vicio más. Los jóvenes están insertos en concepciones falsas que los atraen, les obligan a jactarse de lo antiguo, de lo ancestral. Los que viven en serio son esos ancianos que van a parar a ese hogar, cuyos hijos muchas veces no tienen tiempo para ellos, como tampoco tienen paciencia, la gente se cansa también de vivir y de ser y entonces reclaman su paraíso, tengo anotados aparte diez nombres de notables caballeros y hermosas damas que murieron asistidos por mí en una cama, a unos les canté, lloré con otros, les tomé de la mano hasta que sus rostros se fueron tornando serios y su fuerza fue decayendo, puede ser que haya comparado muchas veces esto con el instante en que llega a la vida un nuevo ser, pero para morír no hacen falta ya tantas cosas, tantas esperanzas, solo el aliento se pierde y en seguida queda el silencio.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario