domingo, 4 de agosto de 2013

CONTROL

Por: César Vélez

¿Habrá amor más fuerte que el de una madre por un hijo?

A Gido la mujer lo ha echado, le ha terminado sacando la tarjeta roja.

Desde hace tiempo acaricia una botellita de licor sin darle el primer sorbo, Anastacio trata de hacerse amigo para robarle un trago, Gido le regala la botella, no hay diálogo. Todos saben que el remordimiento de Gido no es por ser abandonado, no; es porque por culpa de esa mujer dejó tirada a su madre en un ancianato.

Allá va bajando don Anastacio sobrio a él una botella de licor solo le endulza el aliento.

El amor es incierto, uno deja de querer a una por querer a otra y luego odia a todas, dice don Anastacio.

A lo mejor hay que saberse controlar al amar demasiado lo mismo que al beber licor.

A Gido lo han sacado de la casa y va rumbo al ancianato a rescatar a su mamá, mientras don Anastacio amanece con el hígado hinchado tirando espuma por la boca y dicen que no es por ningún licor al parecer la botella que le quitó a Gido estaba envenenada pero la verdad solo la digo así porque aquí parece que manda es el destino de cada quién.

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