viernes, 1 de noviembre de 2013

EL PUNTO G DE LA LITERATURA

No suelo conformarme con lo que me dicen, menos al oído los irresponsables juglares que todo lo ven tan fácil como sacarse la caspa ó un moco. ¡Sucios!. Y con ese mismo dedito te quieren ensartar; fantasean, se escampan en la pornografía hasta que tengan la posibilidad de hacer sus sueños realidad: una casa, un auto, una mujer encaramada en la cama dispuesta a mostrarles donde queda el punto G. Pero el deshaucio está en que las letras son eso simples maquinaciones concebidas para usarse las veces que sea necesario, no como las mujeres, también es que creen que el hábito de comprar, de maquillarse, de ser juiciosas, cariñosas, tiernas y responsables es virtud, nada de eso. Calláte y ponte a buscar en los libros un punto que te excite a seguir leyendo, a seguir escribiendo, a gemir, como en el amor apetitoso y pecaminoso, si fuera así, habria menos gente analfabeta, palabrita que algunos creen que se refiere a los que no les han dado por el ojete (perdón por tanta sátira). Estoy drogada por una sustancia blanca, diluída, dispersa (que no es semen) es una bomba que se escribe con hache "H", la página esta borrosa... y si supieran que un día me levanté a escribir a oscuras y escribí y escribí en un cuaderno para venirme a enterar en la mañana que el bendito lapicero se había quedado sin tinta... y ¿cómo es que este hombre si puede escribir en mí con su pene en la noche oscura? No chicuelas, es mejor adquirir el don de decir cómo es la realidad.

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