viernes, 22 de noviembre de 2013

HOGAR DULCE HOGAR

Levabamos los papeles en copia por triplicado por si había algún error, la señora del Banco siempre amable los recibió con una sonrisa y trazó los vistos en cada línea hasta que hizo el ademán de asombrarse cuando llego al último documento y no ver más, se hizo la que buscaba y volvía atrás, mi marido y yo nos miramos mutuamente al escuchar que faltaba un documento, acudimos a revisar los requisitos en el plegable y todo parecía estar en orden en lo que a nosotros se refería, la funcionaria del Banco hizo una mueca y luego pidió un momento y se retiró al fondo de su oficina para consultar a su jefe inmediato, mientras mi marido consulto su teléfono móvil tratando de ubicar el número de unos de sus amigos por si había que insistir desde afuera. Volvió la funcionaria a su puesto y se disculpo y sello cada documento como "aprobado" y entonces pudimos respirar más tranquilos. Parecía algo loco pedir un prestamo para pagar otro, en este caso sacar dinero del Banco para volverlo a depositar y salvarnos de la hipoteca aunque sea por un año más, y mientras pensar en qué hacer con el resto de dinero si invertirlo en la bolsa de valores ó en algún bien inmoviliario. De todas formas cuando llegamos a casa creímos tener el derecho sobre ese hogar por un año más.

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