jueves, 8 de diciembre de 2016

Para qué llorar

Por Kary Smith

A una se le ocurren unas estupideces frente al espejo, se diría que le hace caso al reflejo y no a la realidad. Pensar es cosa de desocupados, una no tiene tiempo para estar con culpas ajenas, solo se desborda en lo físico y compite contra el tiempo por no envejecer, por ello una se compra el repertorio completo que llena el tocador. Pero los años pasan y en evidencia ganas arrugas, a los hombres les importa un comino su aspecto. En cierto modo una esta a la deriva y cuando ya es inminente la edad no vale que le digan que se gana experiencia si una lo que ha perdido es capacidad. Ya para qué llorar con esas lágrimas que brotan de la amargura de no haber aprovechado el tiempo, de no besar más, de saltar y bailar, de sonreír, de a pesar de todo irse y venirse... 

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